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Let It Die: 100 bandas por las que morir

¿QUÉ ES LET IT DIE?

 

 

   De entre el catálogo de juegos más inadvertidos de PS4, Let It Die es uno de sus grandes tapados. No es el título más vistoso ni el más avanzado, pero engancha de manera increíble a poco que le dediquemos unas horas. Como suele ocurrir con todos los juegos de Suda 51 y Grasshopper Manufacture, Let It Die se sale del molde del género al que corresponde: es, en esencia, un Dark Souls freemium. La premisa es sencilla: llegar a lo más alto de la Torre de Barbs, abriéndonos paso de piso en piso, y combatiendo enemigos cada vez más peligrosos. Un roguelike con looteo, crafteo, dinero in-game y, por supuesto, microtransaccciones. Cada vez que nos matan  y queremos continuar, debemos gastar una pieza de Death Metal; si no nos queda ninguna, podemos comprarlas con dinero real, al igual que podemos adquirir materiales, dinero in-game o equipamiento. Pero aquí viene lo mejor: todo en el juego incentiva para no gastar dinero real. Si no usamos un Continue, nuestro luchador muere y pasa a convertirse en un enemigo, que vaga por el nivel donde ha sido derrotado. ¿No queremos perder a ese personaje que tanto nos ha costado mejorar? Basta con ir a dicho nivel y acabar con él, para que el luchador reaparezca de forma gratuita en nuestra nevera (porque sí: tenemos una nevera de luchadores). ¿Queremos recuperarlo de una pieza, con todo su inventario intacto?  Tan solo hay que pagar la cantidad de dinero in-game indicada en la nevera. ¿Vamos cortos de cash para pagar lo que se nos pide? Pues nos damos una vuelta de farmeo por los niveles más fáciles, o bien hacemos raids en el modo multijugador para saquear las cajas fuertes de otros jugadores. Incluso los materiales más raros se pueden obtener en los niveles adecuados, e incluso podemos enviar a los luchadores que no estemos usando para que hagan acopio de recursos. La filosofía del juego viene en su título, una auténtica declaración de intenciones: ‘Let It Die’. Deja que muera, no te gastes dinero y empieza otra vez.

   Let It Die es la pera por estas y otras razones. Suda 51 aporta su estilo, mezclando Tetsuo: The boddy Hammer con el humor negro. Cuenta con un un maravilloso plantel de personajes, Uncle Death a la cabeza (con la voz de Mark Hamill); una fiel comunidad de jugadores, que se ven correspondidos por los responsables del juego… Y su música.

   La banda sonora surge de una nueva colaboración entre Goichi Suda y Akira Yamaoka. En el juego encontramos pistas instrumentales con el estilo característico del músico: sonidos ambient de piano y sintetizador, salpicados con toques de power electronics. Pero para este proyecto Yamaoka quiso algo inédito: que la música la pusieran sus bandas favoritas de Japón. No un único artista, ni una docena de grupos: cien grupos distintos.

   Flip, Outrage, Her Name in Blood, Veltpunch, Kamijo, Nothing to Declare, My First Story, Survive Said the Prophet… Lo mejorcito de aquellas tierras, con géneros que van desde el synth-pop más alegre hasta el death metal, techno, punk rock fresquito de la costa californiana de Okinawa y hasta una canción new age a lo Clannad y que perfectamente parece sacada de Nier. Con un centenar de temas cabría esperar que hubiese mucha paja, pero ocurre justo lo contrario: la gran mayoría de canciones son auténticos temazos, prueba del buen oído de Yamaoka.

Y eso que en un principio Akira contactó con casi quinientas bandas.

 

CREANDO LA BANDA SONORA

 

 

   El talento de Yamaoka va más allá de lo musical. La gente apasionada por la música, como él, quiere dar a conocer aquello que considera especial; nos encanta que otros escuchen las canciones o artistas que más nos emocionan. De igual modo, la banda sonora de un juego nos acompaña en todo momento; y si el juego tiene capacidad de inmersión, el jugador asocia sensaciones y momentos a la música que está escuchando. Consciente de todo esto, Yamaoka ha querido explorar el potencial de la consola como plataforma para dar a conocer artistas y bandas. De ese modo el jugador descubre música que nunca había escuchado, desarrollando nuevas afinidades. Al mismo tiempo, esos artistas logran una nueva forma de difundir sus obras.

   La banda sonora de Let It Die es un evento pionero. En Occidente los juegos que incluyen canciones suelen reciclar temas que ya existen, licenciándolos. Pedir a bandas y grupos que creen canciones originales es inusual; convencer para ello a más de 100 bandas es sencillamente espectacular. Supone también un hito en la forma de colaborar entre las industriales musicales y del videojuego, más meritorio si cabe al tratarse de Japón. Al contrario que en Occidente, en aquel país un músico no puede dedicar un rato de tiempo libre a componer una canción para un juego, y entregarla sin problemas. Las discográficas controlan cada movimiento del artista, sobre todo a la hora de anular cualquier acto que se salga de los confines de su industria. Dicho de otro modo: en Japón existe un muro invisible entre la industria musical y la de los juegos. La música de los videojuegos ha de ser obra de un «video game music composer», y el acceso a estas composiciones está casi siempre limitado a los músicos del sector. Con Let It Die Yamaoka ha querido dar el primer paso en una sinergia entre dos industrias que, después de todo, están hermanadas. De paso, ha mostrado a todos esos músicos que es posible una colaboración más fluida con el sector de los videojuegos, y que sus obras pueden tener una difusión mayor y más amplia por medio de una plataforma tan importante. Muchas de las bandas que aparecen en el juego nunca habrían salido del ámbito local y ahora ya son conocidas en el resto del mundo.

   Es una situación en la que todos ganamos: ellos acceden a nuevos mercados y nosotros descubrimos nuevos sonidos. Y todo forma parte de la visión globalizadora que tiene Yamaoka. Globalización, no en los términos peyorativos asociados al término, sino como un modo de que la cultura de regiones habitualmente aisladas (o «extrañas» al resto del mundo) llegue a todo el planeta. El carácter universal de los juegos al servicio de la música japonesa, incentivando así el interés por su cultura y movimientos y sin que el idioma suponga una barrera. Una música que va más allá de los estilos típicos asociados a Japón, además de ofrecer un vistazo general al mapa sonoro del país. Las bandas que ha escogido Yamaoka dan forma a la escena musical de hoy día en Japón. El propio compositor lo explica de esta forma: «cuando está integrada en un juego o una historia, la música deja de ser solo música y pasa a convertirse en algo muy especial. Con Let It Die pretendo que la gente vea más allá de su banda sonora; que descubran música japonesa que nunca antes habían escuchado. La música de Japón es mucho más que las canciones de anime, y espero que gracias a este proyecto, muchos nuevos artistas japoneses sean reconocidos a nivel mundial.»

   Elaborar esta banda sonora ha sido un proyecto personal de Yamaoka. Otro ejemplo del espíritu libre del compositor, desde que en 2010 dejase Konami para trabajar por su cuenta. Él mismo se encargó de contactar con cada uno de los artistas, escogidos en base a sus propios gustos. Fue un laborioso proceso que, durante cuatro años, le llevó a hablar con casi 500 bandas. Sólo puso dos condiciones a los músicos: que creasen piezas originales y que todas se titulasen Let It Die. El cebo era un auténtico caramelo: conseguir exposición internacional (algo que muchas de las bandas ni siquiera habían soñado hasta entonces), tan solo por componer una canción. Si los artistas interesados mostraban interés, Akira organizaba una reunión con ellos, para así explicarles el concepto y la ambientación del juego. Por lo demás, Akira les dio completa libertad: las canciones podían tratar sobre cualquier asunto e inspirarse en lo que quisieran, incluso si no tenía nada que ver con el juego. El resultado es un crisol de 100 canciones, cada una con un tema propio: el desamor, la venganza, las fiestas, la familia, la amistad… Cien ejes temáticos (101 si contamos el del propio juego) que nos acompañan durante nuestras correrías en la Torre de Barbs.

   El resultado es tan heterogéneo como estimulante. Hay bandas como 1000say que interpretaron el tema del juego a rajatabla. MAN, compositor y guitarrista del juego, confesó que el grupo estaba preparando un disco sobre una ciudad postapocalíptica, con una simbólica torre en su centro. Le sorprendieron las semejanzas entre Let It Die y su álbum conceptual, y así compuso Let It Die… Let It Live, sobre un guerrero capaz de todo para proteger a sus seres queridos. En cambio, la banda de rock alternativo Veltpunch optó por hablar en su canción sobre una ruptura sentimental. Hidenori Naganuma y Aiko Nakajima, co-vocalistas del grupo, tenían ya preparado el tema; pero cuando les llegó la propuesta de Yamaoka decidieron darle un tono más dinámico y dramático, acorde con el del juego.

 

LAS BANDAS

   Cuesta decidir cuáles son los mejores temas entre un centenar; pero al menos puedo destacar aquellos con los que más he conectado. En general, casi todas las canciones de Let It Die tienen ese toque japonés, a veces inadvertido y otras involuntario, que te hace sentir muy bien. Tal vez sea su dinamismo, su tempo o los arreglos, pero (y que Yamaoka no se enfade por la analogía) son como los mejores openings de anime: te ponen las pilas y una sonrisa en la cara.

   El mejor ejemplo es la canción de Totalfat. Están claras sus influencias, sobre todo porque empezaron haciendo versiones de NOFX. Seguro que muchos reconocéis el tema, porque es el habitual al empezar el juego, y el primero que escuchamos en la Sala de Espera. Imposible no brincar con esta maravilla:

 

 

   He escuchado tantas veces este tema que creo que lo tengo grabado en el ADN. My First Story son una banda de J-Rock de las generaciones más recientes, y que se ha abierto camino en el país en los últimos años. Ya tenían fans en Occidente, pero su difusión se ha disparado gracias a su magnífica canción para Let It Die:

 

[embedyt] https://www.youtube.com/watch?v=m6tQm4rOge0[/embedyt]

 

   Yamaoka es un gran fan de los sonidos más agresivos, de modo que el metalcore de Her Name In Blood era imprescindible en la banda sonora:

 

 

   ¿Nos hemos quedado con ganas de algo más burro? Pues ahí tenemos a Desecravity, de las bandas niponas más brutales. Han llevado el death metal técnico a un nuevo nivel:

 

 

   Let It Die sorprende porque te descubre nuevos géneros y artistas. No sabía que existía el Electro Metalcore Visual Key, y menos que sonaba así de bien. Ellas son a DROP of JOKER, una banda de chicas de Osaka en activo desde 2013, y uno de mis grupos favoritos desde ya. La verdad es que su canción para el juego (que podéis escuchar aquí) sólo está disponible en un ripeo bastante cutre, así que os dejo también el vídeo oficial de Beat Maker para que veáis la caña que meten estas chicas:

 

 

   La banda sonora es una completa locura, capaz de pasar del Death Metal más borrico al pop más kawaii y pegadizo, como el de Wakusei Abnormal. Y hacen honor a su nombre: la canción podría cantarla Kyari Pamiu Pamiu, pero el vídeo es… especial; un collage que recuerda a pelis como Noriko Dinner’s Table o Chunking Expres:

 

 

   Otro tema que anima a cualquiera es el de 彼女 In The Display. Su rock es inofensivo y cantan en ‘engris’ («Carrying Orn!»), pero ese piano que apuntala la canción, el venazo ska y su enorme energía hacen que sea una de mis favoritas:

 

 

   Este canción de Winnie es también habitual en la sala de espera. Iori y Okuji se pelean un poco con el inglés al cantar, pero llevan casi dos décadas al pie del cañón, algo que se deja notar en la elegancia de su sonido indie:

 

 

   La primera vez que escuché la canción de A Crow is White pensé que era una composición original de Yamaoka. Los teclados y ese estilo shoegaze encajan perfectamente con él, pero en realidad se trataba de una sus bandas favoritas. Una pena que el espaldarazo de Let It Die llegase poco antes de su disolución:

 


Nothing To Declare
lleva currándoselo desde que la banda se formara en Singapur, hace ya 15 años. Han pulido su sonido alternativo (¡y también su inglés!), por lo que merecían más que nadie la oportunidad de aparecer en el juego:

 

 

   Al rock le sienta de miedo un toquecito dance, pero hace falta talento para que el cóctel salga bien. Es el caso de Uchuu y su tema para el juego, con un ritmo perfectamente medido y un bajo que enamora. Os dejo la versión en directo porque es espectacular:

 

 

   Yamaoka tampoco se olvida de los fans del electro, para los que incluye este tema a lo Prodigy de The Game Shop:

 

 

   No puedo pasar por alto el metal con toques progresivos de Accidentally Encounter

 

 

   O el screamo de Before My Life Fails

 

 

   Como tampoco me olvido de la participación de Aural Vampire (quizás la banda más conocida de todas las incluidas); el temazo de Akira Yamaoka con Jon Underdown Y mejor paro, que si no os pongo las cien canciones. Ahora podréis entender que fans de todo el mundo pidamos que esta banda sonora se edite en vinilo, al precio que sea necesario; o al menos que salga a la venta de algún modo. La música de Let It Die es, en lenguaje millenial, un contenido perfectamente ‘curado’; una selección de grandes bandas y canciones a las que es imposible no engancharse. Pero Yamaoka también ha creado algo revolucionario, no solo por el hito que supone reunir a tantos grupos en un mismo juego (todos con canciones originales), sino por su modo de entender las colaboraciones entre músicos y videojuegos. Let It Die abre una ventana a lo mejor de la música japonesa, creando así una corriente sonora que enriquece al jugador. Y que, sobre todo, consigue el principal objetivo de Akira Yamaoka: generar sensaciones y emociones profundas, que quedan por siempre ligadas al juego.

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