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Splatterhouse (2010)

 

 

Tener estatus de culto no es sinónimo de éxito. De hecho, muchas veces esta condición deriva de cierto malditismo, que da paso a una posterior reivindicación. Es el caso de la saga Splatterhouse, famosa en Occidente por ir un paso más allá en cuanto a transgresión y sorpresa. El antihéroe con máscara a lo Jason Vorhees tuvo que esperar tres generaciones antes de volver a las consolas por la puerta (más o menos) grande. BottleRocket Entertainment fueron los encargados de realizar este título, que poco a poco cogió forma, pero resultaba falto de chispa y espectacularidad. Y encima el estudio se marcó un Gearbox: desvió los fondos del juego a otros proyectos, dilapidando el resto en caprichos como contratar a Simon Bisley, cuya contribución fue nula. NB decidió cerrarles el chiringuito y asumir el desarrollo de Splatterhouse, con un equipo interno y las ideas más claras.

En 2010 todo iba sobre ruedas. El juego tenía cada vez mejor pinta, los fans estaban expectantes, y la máquina promocional iba a tope: portada en Fangoria (la única en su historia para un videojuego), patrocinio de conciertos heavy y hasta un desplegable en Playboy. Pero un par de meses antes de su lanzamiento todo cambió. Se dejó de hacer promoción del juego, no se proporcionaron demos o tráilers, y cesó el flujo de información. La explicación estaba al otro lado del charco, sentada en el sillón presidencial de Namco Bandai Japan. Al aceptar su nuevo puesto, Shukuo Ishikawa decidió que el futuro estaba en los juegos para móviles y en la exportación de títulos japoneses. Splatterhouse fue la primera víctima, en una ola de despidos y reajustes que acabaron con el equipo del juego y con buena parte de Namco Bandai America. Al no haber inversión en marketing se produjo una situación tan habitual como repulsiva: los medios castigaron el juego. IGN, Kotaku, Joystiq o Gamespot, sin su tajada publicitaria, se cargaron Splatterhouse por las razones más peregrinas. El juego ni siquiera salió a la venta en Japón, si bien allí la saga nunca gozó de predicamento.

Y es que Splatterhouse es un gran juego. Su bastez visual se compensa con una brutalidad arrebatadora, propia de los referentes del cine que homenajea, y que no da respiro. Se le acusó falsamente de machacabotones, cuando en realidad su dificultad y la inmensa variedad de combos sacan lo mejor del jugador.  Su respeto hacia los títulos originales es tal (geniales esos momentos 2D con la música del juego original), que se permite reformular toda la mitología de la saga, contando una historia redonda… en más de un sentido. Splatterhouse estuvo a la altura de las expectativas, superándolas incluso; pero fue una victoria pírrica, ya que seguramente nunca veamos una secuela.

·   SPLATTERHOUSE (2010)
·   Desarrollador: BottleRocket, Namco Bandai Games
·   Editado por: Namco Bandai Games
·   PS3 y Xbox 360

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